sábado, 12 de enero de 2008

HISTORIA DEL PLANETARIO "GALILEO GALILEI"

Las obras de construcción del Planetario Galileo Galilei comenzaron, bajo dirección del
arquitecto argentino Enrique Jan, de la Dirección General de Arquitectura de la otrora
Municipalidad, en 1962. Los trabajos estuvieron a cargo de la Compañía de Construcciones
Civiles S. A.
El por entonces intendente Eugenio Schettini lo inauguró el 20 de diciembre de 1966. El
día de la apertura, el primer director del Planetario, el profesor de geografía matemática
Antonio Cornejo, fue el primero en encender las estrellas.
La primera función se realizó el 13 de junio de 1967. Del primer espectáculo participaron
los alumnos del Comercial Nº 1 de Banfield y del Colegio de la Santa Unión de los Sagrados
Corazones, de la Capital. Cornejo les mostró cómo estaría el cielo sobre Buenos Aires, la
Antártida Argentina y el polo sur esa noche, y la forma de orientarse mirando la Cruz del Sur.
La apertura definitiva para el público en general se realizó el 5 de abril de 1968.
La idea de que Buenos Aires contara con un Planetario comenzó a gestarse en 1958 por
iniciativa del Concejal socialista José Luis Pena y del Secretario de Cultura del Municipio Dr.
Aldo Cocca.
"La progresiva ciudad levanta esbeltos monumentos, abre espaciosas avenidas,
construye colosales edificios, hermosea su recinto con parques y jardines para solaz y
esparcimiento de los ciudadanos; ¿por qué, pues, no puede levantar también un planetario,
colosal monumento de cultura y fuente inagotable de gozo estético, que ha de
inmortalizarla y atraer hacia sí infinidad de viajeros de toda América del Sur?", dijo el 20 de
agosto de 1937 el director del Observatorio de San Miguel, Ignacio Puig.
El edificio consta de cinco pisos, seis escaleras (una helicoidal) y una sala circular de 20
metros de diámetro con 360 butacas reclinables.
En la explanada de acceso al Planetario se puede apreciar un meteorito metálico
encontrado en 1965 en la provincia del Chaco.
Su cúpula semiesférica tiene 20 metros de diámetro y está recubierta interiormente con
chapas de aluminio, que sirve como pantalla. En el centro está ubicado su corazón: el
auténtico planetario.
Lo que se llama el instrumento planetario es un aparato de 5 metros de altura y 2,5
toneladas de peso, que tiene unos cien proyectores. Consta de un armazón cilíndrico con
proyectores independientes para la Luna, el Sol y los planetas visibles a simple vista
-Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno-, y dos esferas en los extremos que proyectan
8.900 estrellas. El aparato, de marca Zeiss, es una versión más moderna del creado en la
década del 30 en Alemania.
Un sistema de proyectores y equipos láser dirigidos a esa cúpula brindan diversos
espectáculos sobre la conformación del universo, con la exhibición de 8900 estrellas fijas,
constelaciones y nebulosas.
La semiesfera está montada sobre una red de 5.300 barras de acero interconectadas,
planchas de aluminio y madera, vidrios curvos y una base de hierro en forma de U, es decir,
seis triángulos equiláteros cuyos vértices dispuestos hacia adentro dan como resultado un
círculo.
Casi siete millones de personas ya vieron alguna de las 25.000 funciones que se
brindaron durante tres décadas.* En el museo del primer piso se expone una roca lunar
que trajo a la Tierra la misión Apolo XI para el Planetario. Fue un regalo del ex presidente
estadounidense Richard Nixon (quien luego renunciaría por un escándalo de espionaje) .
En las lajas del camino de entrada, traídas de Neuquén, se pueden encontrar
amonites, fósiles marinos extinguidos hace alrededor de 100 millones de años.